Y tenemos que ir todos sin discriminaciones,
los intelectuales y los artistas, los cojos,
los mudos y los ciegos, los que pueden y los que no pueden.
Es darnos ánimo, encendernos los fueguitos,
recuperar los ideales, tener siempre encendidas
las luces del circo de la vida.
Aunque los payasos estén tristes, la soga
de los trapecistas derruidas y la carpa
remendada, el circo de una nueva vida debe continuar.
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